La salud económica de un país depende en buena medida de la cantidad de empresas que se encuentran en su interior y la capacidad que estas tienen para generar puestos de trabajo. Ese es el punto de partida de la generación y el movimiento del dinero, que es fundamental para intentar que se genere riqueza y que todo el mundo obtenga un salario digno. El consumo se incentiva de esta manera y no cabe duda de que, si se produce un fallo en este proceso y ese movimiento de dinero o su generación se detiene, se produce una crisis.
Esta situación es la que se generó en el año 2007. La crisis inmobiliaria detuvo las inversiones en este sector, el dinero en una economía marcada por el ladrillo dejó de moverse y, por tanto, casi todas las actividades económicas notaron esa cuestión. Y ya sabemos lo que tardó un país como el nuestro en abandonar una situación como esa. Lo pasamos mal, realmente mal hasta que, entre los años 2015 y 2016, salimos de la crisis que tantos puestos de trabajo y tantas ilusiones se cobró. Desde ese momento hasta la llegada del coronavirus, las cosas funcionaron más o menos bien en España.
Lo cierto es que, aunque hayamos superado la pandemia, los registros todavía no son los que eran antes de la llegada del virus. Uno de los mejores ejemplos que podemos hallar para argumentar esta teoría es que, según lo que indicaba una noticia publicada en la agencia de noticias Europa Press, el número de empresas creadas en 2022 había decrecido en un 1’9% con respecto a los mismos datos del año anterior, lo cual es una buena muestra también de que la economía tiene todavía un cierto margen de mejora en comparación con el año de 2019.
La creación de empresas es un barómetro perfecto para medir cómo está la situación económica en cada país. En España, como ya podréis suponer, hemos contado con un importante déficit en este sentido principalmente a causa de la excesiva burocracia que se demanda desde las instituciones públicas para sacar adelante un proyecto empresarial. Eso es lo que hace que el número de empresas esté creciendo por debajo de lo esperado después de la pandemia. Desde Trámites Fáciles Santander, de hecho, nos han indicado que lo que más se valora en todo el proceso de constitución de una empresa por parte del emprendedor es el conjunto de facilidades y la agilización de trámites que se le ofrezcan al futuro director o directora del negocio.
Hay que recordar que no es nada fácil sacar adelante un proyecto de este estilo… y que son muchas las barreras que nos podemos encontrar por el camino. La burocracia de la que hemos hablado es una de ellas… pero está claro que la inversión inicial a la hora de acometer el conjunto de actividades que son necesarias para empezar a funcionar es otro de los grandes problemas en este sentido. Si no hay un aval o una línea de crédito, entre otras cosas, la cosa pinta fea.
Las pymes, un tipo de entidades clave en nuestro país
En función de lo que nos cuenta una noticia publicada en la página web oficial del diario El País, son casi 3 millones de pymes las que operan a lo largo y ancho de nuestra geografía. Se trata de un número realmente interesante puesto que es del que parten los demás datos relacionados con el asunto. Y es que las pymes generan el 75% de los puestos de trabajo en España y generan el 65% del PIB de la economía nacional. Ni que decir tiene que, con estos datos, no hace falta decir que las pymes son claves para el buen funcionamiento de la economía nacional y mundial.
Precisamente por datos como estos es por lo que deberíamos cuidar, y mucho, a nuestras pymes. Si solo reciben problemas y trabas por parte de la administración en forma de burocracia, está claro que van a existir muchas menos posibilidades de obtener un beneficio. Y es que debemos recordar que las pequeñas o medianas empresas no cuentan con las facilidades y posibilidades de las grandes entidades para resolver este tipo de asuntos.
Las facilidades deberían ser más cuantiosas ahora que hemos pasado por una pandemia que ha puesto al límite las capacidades de las empresas. El hecho de pasar por esta situación debería haber hecho reflexionar a las personas que deciden ese tipo de ayudas que reciben las pymes y los trámites por los que deben pasar para tener en orden su actividad. En este sentido, todavía tenemos algo que aprender en España. Ojalá que lo hagamos más pronto que tarde. La salud de nuestra economía depende, en parte, de ello.