Una empresa que se precie debe tener una buena imagen a ojos del público. Los clientes siempre buscan servicios y productos que les proporcionen confianza, seguridad y tranquilidad a la hora de adquirirlos. La buena reputación y el buen nombre que tenga la empresa que ofrece dicho producto o servicio, puede marcar la diferencia entre sus clientes potenciales a la hora de que tomen la decisión de compra que incline la balanza en su favor.
El marketing y la publicidad, son en gran medida, responsables de crear esa imagen corporativa de cara al público, aunque los ingredientes que componen la misma, son más. Una buena manera de llegar al público a través de la imagen corporativa es diseñando campañas de marketing y publicidad a través de empresas que, como esta imprenta de Sevilla, expertos en publicidad y artes gráficas, se encargan de hacer que las mismas cobren vida.
La influencia que ejerce en el consumidor la imagen de la marca, es tan grande que no puede descuidarse bajo ningún concepto. Crear una buena imagen y ser consecuente con ella es lo que hace posible que tanto cliente como clientes potenciales, confíen en la misma y se fidelicen. Los elementos visuales, los valores, la calidad de los productos o servicios, e incluso la comunicación, son algunos de los factores que influyen directamente sobre la imagen corporativa de una empresa. Este cóctel de elementos, constituye la imagen corporativa tan esencial para que un determinado negocio o empresa, alcance el éxito.
Cuando hacemos alusión a la percepción que el público tiene de una empresa, hablamos de la imagen corporativa y esta, no solo la componen los elementos visuales que también son importantes para identificar la marca, sino que va más allá de algo tan evidente. Una buena imagen corporativa, juega un papel vital a la hora de la crear la percepción que tienen clientes y público en general sobre la empresa. Desde el logotipo que les identifica visualmente hasta toda la campaña de comunicación que lo envuelve, son parte de la imagen que se quiere proyectar. Todo esto, implica la representación visual, verbal y conductual que la empresa proyecta en sus clientes valiéndose para ello, de diferentes herramientas.
En este punto, no se trata únicamente del aspecto visual que se ofrece, la reputación, la comunicación global, la cultura como organización y el comportamiento ético con el entorno, son factores que hay que cuidar y pueden englobarse en lo que se denomina la filosofía de la compañía.
Las diferentes características que componen la imagen corporativa, cobran mayor importancia para la marca, lo que hace que sea fundamental mantener la coherencia y desarrollar una buena visión estratégica para que así sea. Dicho de otra manera, tener una buena imagen corporativa, conlleva una serie de beneficios a cualquier empresa que va desde aumentar la afinidad con el público o el valor de la marca, crear alianzas o como elemento de captación de talento empresarial, al tiempo que genera credibilidad.
Una imagen, cuatro tipos
La creación de una buena imagen corporativa no es trabajo exclusivo del departamento de marketing y publicidad. Se trata de un trabajo global del que forman parte todas las personas que componen la empresa. Desde el trabajador temporal hasta el director, deben cuidar la imagen de la empresa. Cualquiera de los empleados, puede ser responsable de mejorar esa reputación que la organización tiene, con un simple gesto como brindar una buena atención al cliente. Así mismo, puede verse deteriorada al no atender convenientemente a una de las partes interesadas o no prestar un buen servicio.
Los factores clave que mayor responsabilidad tiene a la hora de crear una buena imagen corporativa, son una combinación de estrategias de negocio, filosofía ejecutiva, cultura empresarial y diseño organizacional. Veamos cuales son con mayor detenimiento:
- El marketing, como factor indispensable puesto que los mensajes que la organización comparte con el público deben incluir todo lo que va ligado a las creencias y aptitudes de la empresa. Esto incluye la correcta elección de los canales de comunicación, las alianzas con otras empresas y la solución que ofrece a los consumidores.
- La atención al cliente, es inevitablemente uno de los pilares de la imagen corporativa de una empresa. Se trata de la voz de la organización, la cara de la empresa y, en muchas ocasiones, el principal punto de conexión con los clientes. Esta área es vital a la hora de transmitir la imagen corporativa a través de la interacción.
- Las relaciones públicas, se encargan de comunicar en los diferentes medios todo lo que la empresa hace, desde las iniciativas propias hasta las colaboraciones con otras empresas, con la finalidad de innovar, retribuir, mejorar e involucrarse en actividades relacionadas y la sociedad.
- Desde los recursos humanos se debe promover una buena y sólida imagen corporativa a través de todas las personas que trabajan en la empresa. La cultura laboral es un fiel reflejo de que la reputación se confirma desde dentro. Debe ser así para garantizar la coherencia entre lo que se vende y lo que en realidad es.
- La dirección de la organización es donde se muestra a las partes interesadas que los esfuerzos y el trabajo realizado, se focalizan en mantener una positiva imagen corporativa, gracias a las prácticas que se llevan a cabo.
Teniendo en cuenta estos aspectos, podemos determinar que existen cuatro tipos de imagen corporativa:
- La imagen corporativa objetiva que es la imagen que la empresa persigue como meta.
- La imagen corporativa subjetiva que alude a la imagen que los propios empleados tienen sobre la empresa.
- La imagen corporativa difundida, que se transmite a través de los productos y servicios.
- La imagen corporativa percibida que es la imagen que consumidores y público en general tienen de una empresa en cuestión.
En resumen, la imagen corporativa de una empresa, es un ideal que la misma empresa se plantea y, posteriormente construye. Para hacerlo, se necesita la participación de los diferentes grupos que componen la empresa, como los empleados en sus diferentes departamentos y funciones, los clientes y el público en general. Hay que tener en cuenta que llegados a un punto, es muy difícil ejercer influencia directa en la forma en la que se percibe la empresa, por lo que cada estrategia debe planearse y ejecutarse en función de los intereses de la empresa para evitar proyectar una imagen negativa.
Imagen e identidad
Puede parecer lo mismo, pero no lo es. Se trata indudablemente de dos conceptos interrelacionados y, muy a menudo, utilizados indistintamente de forma errónea. Ambos conceptos poseen algunas diferencias y matices que cabe reconocer y tener presentes, para no cometer errores de estrategia.
Si bien es cierto que tanto imagen como identidad corporativa se basan en los enfoques y roles que desempeñan dentro de la empresa, por lo general, la identidad se basa en los elementos visuales y una proyección más interna. En tanto que la identidad puede entenderse como un elemento de la imagen corporativa que se construye a partir de elementos como el logotipo, los colores o la tipografía.
Por otro lado, la imagen corporativa, tiene una proyección externa y hace referencia a la percepción que público y clientes, tienen sobre la empresa. La publicidad, la calidad del producto o servicio, la reputación, la experiencia del cliente o la comunicación son algunos de los factores que hacen posible que el público construya su particular visión y opinión de la empresa.
En otras palabras, la identidad corporativa posee un enfoque más interno, mientras que la imagen se orienta hacia la percepción externa que proporcionan los elementos visuales y estructurales. En cualquier caso, ambos conceptos se nutren uno de otro y forman un tándem inseparable.
Diseñar una buena imagen corporativa requiere de una serie de aspectos a considerar y desarrollar. En primer lugar, la identidad visual que compone el logotipo y los elementos visuales. Seguido de la comunicación que la empresa mantiene con sus clientes y la sociedad, así como con sus empleados: tono, leguaje y coherencia deben ser acordes con el mensaje. La organización y sus valores, ética, trato hacia los empleados, etc., genera impacto en la imagen y la percepción que se tiene de ella.
También es importante la Responsabilidad Social Corporativa de la empresa para proyectar una buena imagen. Este aspecto es la manera en la que la empresa contribuye con la sociedad y el entorno, llevando a cabo prácticas sostenibles e iniciativas responsables que benefician a la sociedad y el medioambiente. Y por último, la calidad del producto y servicio debe ofrecer un estándar que se mantenga alineado con los factores citados para que se mantenga la coherencia entre imagen e impacto.
Inevitablemente, la imagen corporativa juega un papel fundamental en el éxito de una empresa u organización. Desde la identidad visual hasta los valores que proyecta una marcar, constituyen imágenes corporativas solidas que los consumidores perciben como positivas. Algunos ejemplos imagen corporativa sólida, fuerte y coherente, lo podemos ver en marcas como Nike, cuyo logotipo y eslóganes, lo dicen todo o Coca Cola que, aun siendo de sobra conocida, ha gozado de mala imagen por estar asociada a los hábitos de vida poco saludables.