En estos últimos años, el ahorro u aprovechamiento energético se ha convertido en un tema de interés primordial para garantizar el funcionamiento diario de muchísimas empresas. La causa, la encontramos más allá del ahorro económico: existe un interés creciente por reducir el impacto medio ambiental, acceder a subvenciones, y mejorar la imagen corporativa ante una sociedad que se erige como una cada vez más preocupada por la sostenibilidad.
Así es: las energías renovables y los sistemas de ahorro energético por fin han pasado de ser una opción que se tornaba más bien lejana, a ser una realidad bastante presente en diferentes sectores como la industria, el comercio minorista (“retail”), la hostelería, los servicios sanitarios o la logística.
La pregunta aquí es la siguiente: ¿Cómo logran conseguir dicho aprovechamiento? ¿Qué técnicas y sistemas destacan por su buen hacer, su adaptabilidad y su rendimiento a largo plazo? Las empresas lo tienen claro, y, además, tienen sus técnicas favoritas para conseguirlo.
Sistemas fabricados para aprovechar la energía.
Entre las múltiples formas de mejorar el consumo energético en una empresa, existen cuatro grandes soluciones que destacan por encima del resto: la energía solar fotovoltaica, la aerotermia, la geotermia y la biomasa. Estos sistemas, cada uno con sus particularidades, se apoyan en fuentes naturales inagotables, (como el sol, el aire, el calor del subsuelo o los residuos orgánicos) para transformar dichos recursos en energía útil, ya sea eléctrica o térmica.
Sin embargo, su implantación va mucho más allá del simple hecho de instalar paneles o calderas y esperar resultados milagrosos; requiere de una planificación cuidada, un estudio previo del consumo, y un conocimiento técnico que garantice tanto su eficacia como la compatibilidad del sistema con la actividad de la empresa. De hecho, cabe destacar que elegir un sistema u otro puede ser la diferencia real entre afrontar una inversión rentable, o enfrentarnos una que no se adapte a nuestras necesidades reales.
Sea como sea, lo importante aquí para no quedarse atrás es subirse al carro de las energías renovables, y si queremos sumar aún más puntos, podemos seguir los pasos de Lopsa y optar por trabajarlas todas.
Dicho esto, vamos a conocer en profundidad su funcionamiento y las causas por las que son tan beneficiosas para las empresas:
Energía solar.
Este tipo de energía es, sin duda, el sistema de aprovechamiento energético más extendido. La energía solar fotovoltaica es capaz de transformar la radiación solar en electricidad a través del uso de paneles solares, que pueden instalarse en cubiertas, tejados, marquesinas o incluso en terrenos anexos.
Para muchas empresas, el autoconsumo fotovoltaico se ha convertido en una inversión estratégica, ya que entienden que, con él, además de ahorrar en su factura de la luz, también cuentan con una mayor independencia energética frente a la volatilidad del mercado eléctrico.
Entre sus ventajas más destacadas podemos ver:
- Reducción de gastos a medio plazo: la instalación adecuada de esta tecnología puede amortizarse entre 5 y 8 años, y, además, seguir generando energía durante 25 y 30 años.
- Sencillez de instalación y mantenimiento: la tecnología fotovoltaica ha evolucionado mucho y los paneles actuales apenas requieren cuidados especiales.
- Compatibilidad con otras tecnologías: puede combinarse con baterías para almacenamiento, sistemas de aerotermia o cargadores de vehículos eléctricos.
- Incentivos y subvenciones: existen bonificaciones fiscales, ayudas europeas y deducciones en el IBI que premian a las empresas por implantar estas tecnologías.
No obstante, hay factores que deben valorarse, como el espacio disponible, la orientación y la calidad de la radiación solar en la zona. En regiones como Andalucía, la Comunidad Valenciana o Extremadura, la rentabilidad suele ser altísima. En otras más frías o con muchos días nublados, es habitual complementarla con otros sistemas.
Aerotermia.
La aerotermia es otra de las tecnologías más populares en el ámbito empresarial. Se basa en extraer energía del aire exterior para climatizar espacios o generar agua caliente sanitaria (ACS), y a pesar de que funciona con electricidad, su eficiencia energética es tan alta que permite obtener más calor del que consume, convirtiéndola en una técnica mucho más sostenible.
En concreto, las bombas de calor aerotérmicas disponen de muchas ventajas, además de poder proporcionar calefacción, refrigeración y ACS a partir de un solo equipo:
- Alto rendimiento energético: por cada kWh consumido, puede generar entre 3 y 5 kWh de energía útil.
- Ahorro en climatización: supone un importante descenso en la factura eléctrica, sobre todo en empresas con altos consumos térmicos.
- Instalación más sencilla: no requiere grandes obras, y puede adaptarse a sistemas existentes con radiadores.
- Funcionamiento constante: incluso en climas fríos, la mayoría de equipos actuales siguen operativos hasta -20 °C.
Eso sí, la aerotermia necesita una fuente eléctrica para funcionar, y por eso muchas empresas la combinan con energía solar fotovoltaica. Esta sinergia permite alcanzar la autosuficiencia energética en buena parte del año, con una reducción importante de emisiones y gastos.
Geotermia.
Aunque es menos común que la solar o la aerotérmica, la geotermia está ganando presencia en sectores que requieren climatización continua, como centros logísticos, hospitales o edificios públicos.
¿Cómo funciona? Aprovechando el calor del suelo mediante sondas verticales o captadores horizontales. Se extrae calor en invierno y se disipa en verano, creando un sistema de climatización altamente eficiente.
Así, mantiene a una temperatura relativamente estable durante todo el año. De modo que sus ventajas son:
- Máximo aprovechamiento energético: la geotermia tiene un COP (coeficiente de rendimiento) superior a 4, incluso en invierno.
- Silenciosa y estable: no depende de las condiciones climáticas externas, así que su rendimiento es predecible.
- Durabilidad: las instalaciones bien diseñadas pueden durar más de 30 años, con gastos mínimos de mantenimiento.
- Perfecta para grandes superficies: si el edificio es de nueva construcción o se prepara para una reforma integral, la geotermia es una excelente inversión a largo plazo.
Su principal inconveniente es su precio inicial, ya que para instalarla se deben hacer perforaciones y movimientos de tierra. Por ello, suele reservarse a proyectos de gran escala, aunque cada vez hay más pequeñas empresas que la consideran, sobre todo si optan a subvenciones o trabajan en sectores con una fuerte demanda térmica.
Biomasa.
La biomasa consiste en utilizar materia orgánica (astillas o huesos de aceituna) para generar energía térmica, generalmente en forma de calefacción o ACS. Aunque su uso está más extendido en el ámbito doméstico o rural, cada vez más empresas de zonas agrarias o con disponibilidad local de recursos, están apostando por ella.
El motivo es sencillo: la biomasa es barata, sostenible y bastante estable en cuanto a precios. No depende del mercado eléctrico ni del gas, y puede integrarse en calderas modernas con alta probabilidad de éxito:
- Gastos bajos de combustible: el precio por kWh de la biomasa es muy bajo frente al gasóleo o la electricidad.
- Uso de recursos locales: muchas empresas aprovechan residuos agrícolas, forestales o de carpintería, lo que reduce automáticamente su huella de carbono.
- Subvenciones e incentivos: las ayudas públicas para fomentar la biomasa han sido importantes en los últimos años, especialmente en regiones del norte de España.
- Sencillez técnica: aunque necesita cierto espacio para almacenamiento y carga, el sistema es bastante directo y de fácil mantenimiento.
Por supuesto, este tipo de energía no es válida para todas las empresas. Es necesario tener espacio físico para almacenar el combustible, un proveedor fiable y cumplir con los requisitos medioambientales; aun así, está muy indicada para naves industriales, hoteles rurales, invernaderos o empresas agrarias.
¿Cómo eligen las empresas la mejor técnica?
En cierto modo, la decisión sobre qué técnica de aprovechamiento energético implantar depende del tipo de empresa, su consumo energético, ubicación y la inversión que se quiera asumir; sin embargo, para saber cuál o cuáles son las más adecuadas podemos guiarnos a partir de lo siguiente:
- Rentabilidad: el retorno de la inversión (ROI) es uno de los factores más valorados. Las empresas buscan sistemas que amortigüen su coste en pocos años.
- Adaptabilidad: muchas prefieren apostar por soluciones híbridas (como solar + aerotermia) para cubrir diferentes necesidades.
- Acceso a ayudas: en muchos casos, los proyectos energéticos solo se ejecutan cuando hay convocatorias de subvenciones abiertas.
- Reducción de emisiones: las empresas están más comprometidas con el medio ambiente, tanto por imagen como por cumplimiento normativo.
- Control del consumo: junto con los sistemas energéticos, es habitual instalar sensores, contadores inteligentes y software de gestión energética.
Implantar este tipo de tecnología siempre será una buena decisión.
Hoy en día, la implementación de sistemas de ahorro energético ayuda a cualquier empresa a adaptarse en nuestra sociedad, además de mostrarlas como una entidad responsable, coherente y con una visión de futuro hacia sus consumidores.
Asimismo, como hemos visto, estas técnicas son las que más valoran las empresas: sin embargo, existen muchas más soluciones como estas que además, se adaptan cada tipo de empresa, por lo cual todas tienen la oportunidad de diseñar un modelo energético más adaptado a sus necesidades, menos contaminante y mucho más útil. Además, por fin las empresas cuentan con la ayuda de subvenciones que pueden hacer frente a todas estas decisiones, así que podemos confirmarlo: el esfuerzo y la inversión merecen la pena, ya que esta, sin duda, siempre será una buena decisión para todos.